domingo, 22 de diciembre de 2013

023


Hotel Rafael.

Edificio Simago. Calle Alcalá.

En el año 1992, los días previos al derribo estuve en Madrid para visitar a mi familia. Me quedé más días porque sabía que iban a derribar lo que tanto esfuerzo nos costó ¡y pude ver lo aparatoso que fue todo!. Nos avisaron que cerrásemos las persianas, para que no hubiera ningún percance. Todo salió a gusto de quienes lo derribaron. Hubo mucho polvo, pero todo acabó. Los vecinos nos abrazamos y lloramos.
 


 
Se construyó toda la zona de Ventas, ahora continuación de la calle Alcalá. Precisamente donde teníamos la  peluquería, dedicaron todo el edificio al hotel Rafael, además de otros locales y dependencias. Al no estar conformes los que compramos esa casa, empezamos a quejarnos mucho más que la vez anterior en que se nos expropió. Fuimos al Ayuntamiento para hacer la reclamación pertinente, por la razón de no haberse realizado lo que se nos prometió en su día. Nos habían dicho en un principio, que el constructor del edificio de nuestra peluquería se había salido dos metros hacia fuera y que iban a hacer un parque o zona verde.



  
Según el plano que me dieron mucho después ya no fueron dos metros como nos decían a nosotros. Ahora eran ¡cuatro metros hacia fuera lo construido de nuevo!. ¡No sirvió de nada nuestras quejas! Ni siquiera los periódicos dieron la noticia. Todos los industriales nos hacíamos la misma pregunta; si la casa estaba muy bien hecha y hacía poco que se construyó... y además, si todos los vecinos estábamos muy contentos con la compra. ¿Cómo podía ser?... Todos teníamos mucho trabajo en la zona de Ventas, que lo perdimos.  Nuestros clientes estaban acostumbrados a la zona. Volví de nuevo a escribir al defensor del pueblo D. Joaquín Ruíz Giménez Cortés,  pero se había marchado y había entrado el siguiente; Don Álvaro Gil Robles en el año 1.993. Estaba en esa época como alcalde de Madrid. D. José María Álvarez del Manzano, que me contestó inmediatamente, como siempre que les escribía. Le contaba
en la misma los problemas ocasionados por la expropiación de la peluquería. Me decía en la carta de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que "la finca se expropió por estar previsto en el Plan Especial de Ordenación de la Avda. de la Paz, aprobado en 1969 por el Consejo de Ministros y que se había abonado la cantidad señalada por el Jurado Provincial de expropiación y por Sentencia del Tribunal Supremo con los intereses correspondientes..." abonaron la cantidad fijada conforme a la legalidad vigente y que “En Consejo de Administración de fecha 10 de octubre de 1.990", decidieron que ya habíamos cobrado, y que con los intereses fueron 3.626.140 pesetas.

El Alcalde nos decía en la carta, que la Empresa Municipal de la Vivienda ¡nos había  ofrecido un local y no lo quisimos!...
y ocurrió que se nos adjudicó un local nº 13 (Módulo 1) situado en Avenida de Badajoz  nº 56, en las siguientes condiciones;

Régimen de venta:
Superficie del local 33,12  m/2,
Precio: 150.000,- ptas. m/2.
Precio total: 4.968.000,- ptas, sin contar impuestos y otros gastos.

Si nuestro local tenía 71,5 m/2, al precio de 150.000 ptas. m/2, supondría 10.725.000 de pesetas. Valía nuestro local más del doble de lo que nos pagaron y no nos queríamos ir. Nosotros no lo entendíamos. Siempre se les dijo que pedíamos derecho a retorno cuando se hiciera la nueva obra.

Como nos dieron  1.312.500 pts en el año 1979 y con los intereses, en la fecha 1984 terminaron con un total de 3.626.140 pts. O sea; el local que nos ofrecían era más caro (4.968.000) que el dinero que nos habían entregado, más pequeño y mal sitio y además teníamos que pagar nosotros si queríamos coger el otro local que nos daban, asi que considerábamos que nos estaban  engañando.¡No se pudo comprar! Para nosotros era volver a empezar con nuevos clientes y poner dinero que no teníamos.
Lo perdimos. Era un despropósito (por no poner palabras más gruesas) la oferta del Ayuntamiento.
Se inauguró el Hotel Rafael.  Y en  la placa que había dentro del hotel rezaba: “Inaugurado por el Alcalde, Álvarez del Manzano”.
 
Un  invierno que estuve en Madrid para ver a mi familia, fui a las oficinas de la constructora. ¡No les dije que había sido la dueña de una de las dependencias! Le comenté que necesitaba un local en ese mismo lugar para un negocio de hostelería.  ¡No pensaba comprar!  Era por la curiosidad de saber qué valían los locales en esos momentos y me dijeron que no vendían. Les di a entender el interés que yo tenía  por el lugar en que estaban situados. Al final  me dio un plano que aún lo conservo para que viera dónde podía comprar y diciéndome  el que me atendió  en la oficina que podía venderme algunos metros a un millón el metro cuadrado. En comparación con las 150.000 pesetas metro que tasaron  nuestro local, ya se ve el negocio que hicieron. Ya no teníamos a los vecinos de siempre. Simago se marchó a otro sitio, el dentista también buscó otra clínica cerca para conservar sus clientes y la escuela aguantó hasta derribarlo. Los tres hermanos nos dividimos la pequeña cantidad que nos correspondió.  En esos momentos vi mi ilusión truncada. Se nos acabó todos nuestros esfuerzos.

Yo seguía de vez en cuando visitando a mi familia  en José Villena y vi cómo iba cambiando todo y muy deprisa. Se estaba haciendo más cosmopolita,  más moderno y seguía siendo una Ciudad muy agradable para vivir. Nos gustaba mucho visitar el Corte Ingles y como siempre los museos. Actualmente no sé cómo estarán mis Ventas, porque hace más de 15 años que no voy por allí.
Toda mi familia está en Madrid y era agradable visitarla, pero reconozco que el lugar que más me gusta son mis Ventas aunque ahora se llama Calle Alcalá. En esa zona maravillosa todavía tenemos amigos y conocidos.

Como somos gente de comercio, lo que más me importa es cómo van los negocios. Pienso que los comercios son los que dan vida, sobre todo los pequeños autónomos. Sin estas pequeñas industrias no hay vida. Ahora con las dificultades económicas se están perdiendo muchos puestos de trabajo, pero con el paro que hay, veo que los chavales que no quieren estudiar con 14 años, se les debía dejar entrar en las empresas como aprendices, porque cuando yo empecé a trabajar lo hice como aprendiza, como ya dije al principio. En mi época era costumbre hacerse aprendices a los 14 años.  Pienso que se les tenía que pagar para sus gastos para empezar, como siempre ha sido. No se puede pagar a un chico o chica de 14 años como si fuera un oficial. Cuando ya han aprendido el oficio, se les irá  pagando lo que corresponde a un ayudante y cuando saben cómo un oficial, se les pagaría como tal, aunque normalmente se irá de la empresa para colocarse por su cuenta. Es lo más normal.

En Navarra he tenido peluquería, y cogí aprendiza, que después se colocó por cuenta propia. No pude seguir con mi pequeño negocio por tener mucho trabajo y no podía atender a mi familia, porque para mí los hijos son lo más importante. Lo dejé y vendí máquinas de la casa Vorwerk a domicilio, hasta que lo dejé por mi cáncer de mama. Mi esposo seguía con sus trabajos del taller, que ya el socio de su padre y los dos hermanos vendieron y dividieron el importe. Pusieron un taller con lo cobrado y seguían siendo socios autónomos. La costumbre de nuestra familia, pero eso si; no es para hacerse rico. Todo queda para vivir con honestidad. El sueldo siempre se lo ponen como a los obreros y si sobra algo es para materiales. Mi esposo en su trabajo es reconocido como escultor. Su último trabajo más popular han sido dos esculturas de 3 metros cada una, llamadas Hércules, puestos en la fachada del Ayuntamiento de Pamplona. Nos hemos jubilado y ahora descansamos de todos nuestros trabajos y nos dedicamos a escribir nuestros recuerdos.

Termino mi pequeña historia, dando las gracias a tod@s l@s que han tenido la gentileza de haberme leído.

Felicito el año 2014  de todo corazón.
Un abrazo de Emma “La Gata”…    

Emma


Fuente de las fotografías del derribo del edificio Simago:
http://barriosanpascual.blogspot.com.es/2013/08/la-demolicion-del-edificio-simago.html

Mi agradecimiento a Manuel por su amabilidad.
  
  

viernes, 13 de diciembre de 2013

022


Los cambios de Madrid a Navarra.

Volvimos a Navarra y a partir de aquí, hemos vivido 32 años en aquellas tierras. En ese tiempo ocurrieron muchos acontecimientos; unos buenos y otros malos. El 3 de Agosto de 1968 muere en Madrid mi querida madre con 61 años, de un derrame cerebral. Creo que estuvo 5 días entre la vida y la muerte. Me avisaron un poco tarde. Cuando llegué al hospital no pude verla viva. Después del funeral, mi padre y mis dos hermanos se vinieron con nosotros a Navarra. Estuvieron una semana en nuestra casa para hacernos compañía y poder volver a la normalidad toda la familia. Se marcharon a Madrid, para seguir con sus tareas. Transcurrió un año de este suceso y volvió a pasar otro muy parecido con el padre de mi esposo.

Ocurrió que nosotros teníamos en mente volver a Madrid, pero él seguía trabajando con su padre. Como se les conocía en toda la merindad como escultores al padre y al hijo, llamaron al hijo por teléfono para que fuera a Cintruénigo, en la Ribera de Navarra. Era para entrevistarse con un empresario que tenía una fábrica de alabastro y se presentó para ver de qué se trataba. Le propusieron
el puesto de diseñador para nuevos modelos. La casualidad fué que él era también bastante conocido en Madrid por el padre y el hermano de ese empresario, porque esta familia tenían otra fábrica de alabastros en sociedad entre el padre y los hijos en la capital
y querían que intercambiara su labor entre las dos fábricas; primero Cintruénigo y después en Madrid. Con este trabajo mi esposo pensó que podíamos volver a vivir en Madrid y aceptó el trabajo, pero no se atrevió a decir nada de lo hablado a su padre, aunque sí se lo comentó a su madre. Sabía él que a su padre no le iba a gustar.

Al siguiente domingo, fuimos los cuatro a Cintruénigo para que nos conocieran; mi esposo, los dos niños  y yo, con la alegría de que gustamos a la esposa del empresario. Nos dijo que nos buscaría casa el tiempo que estuviera mi esposo preparando los modelos de esculturas que tenía que diseñar. Cuando iba a tomar posesión de su cargo, su padre tuvo un accidente y falleció unos días antes de tener que incorporarse al nuevo trabajo en Cintruénigo. Fué en noviembre de 1969. El único hermano, tenía diez años menos que él y no sabía nada del oficio de marmolista, ni estaba preparado para hacerse cargo del taller con bastantes obreros. Su madre quedaba desamparada y le lloraba, así que tuvo que hacerse cargo de la empresa de su difunto padre y solo teníamos 33 años de edad.

La empresa de su padre era en sociedad con otro señor y tuvo muchos problemas con él. Se nos estropeaban todos nuestros sueños y la vuelta a Madrid. En la empresa de alabastros se disgustaron mucho, ¡no se lo podían creer!. Después de este suceso tuvo que renunciar a lo que él deseaba. Eso fue uno de nuestros reveses. Gracias al amor que nos hemos tenido salimos delante. Yo seguía echando de menos mi zona de Ventas y de vez en cuando iba a la casa de mi padre y hermanos con mis hijos, para que no se olvidaran de los familiares. Mientras tanto, mis dos hermanos seguían trabajando en la peluquería.

  
La sorpresa de la descalificación de la peluquería.                             
                  
Solo habían pasado ocho años, cuando nos avisaron que era probable que tiraran la casa donde habíamos puesto nuestra peluquería, la que tanto nos había costado coger con el trabajo por parte de todos. Se puso con tanto esfuerzo que no me lo podía creer. ¡Lo querían expropiar!...

Decían que era para hacer una raqueta o parque; zona verde y además, que salía dos metros respecto a las casas colindantes.
La peluquería se cogió en el año 1958 y en el año 1960 se inauguró. Pasaron unos años y en 1968, la descalificaron. Decían que era por el Sector polígono. 31 Avenida De la Paz. ¡Nunca estuvimos conformes!  Mi padre murió en el año 1976, sin saber qué iba a pasar con la peluquería. Estuvimos pagando minutas a los abogados para tratar de frenar el derribo o lograr derecho a retorno, pero fue imposible. El jurado de expropiación puso un justiprecio de 607.935 pesetas. En el año 1976 pedíamos 3.250.000 más el 5% de afección. En enero de 1977 fue recurso desestimado. Después escribí al defensor del pueblo D. Joaquín Ruiz-Giménez Cortés en el año 1.984 y no conseguí nada. Al final el 28 de febrero del año 1992 tiraron la casa y no con el fin de hacer un parque o una zona verde, sino ¡¡ para hacer un Hotel !!.