Así empezaba lo que más adelante sería mi futuro.
Con el tiempo nuestras amigas, mi hermana y yo, nos
enteramos de un taller escuela de la falange.
Se llamaba Taller
Escuela Sindical Femenino. ¡No le agradó a mi padre! Pero ya dije en una
ocasión que él era muy liberal
y como siempre nos dejó acudir a esa escuela. Siempre
hacíamos lo que queríamos, si él consideraba que no era malo.
Fuimos con varias amigas del barrio. Fué la época más positiva de mi vida. Allí
es donde comprendí lo que me gustaba.
También entendí que podía ser mi futuro y
el de mi familia. ¿Por qué no les agradaba si no conocían la escuela?
Nos daban
un uniforme con el escudo de falange.
El año que estuvimos
íbamos muy contentas. ¡De pequeña no entendía las razones de los mayores!. Lo
que yo quería era aprender. ¡Saber qué
es lo que me gustaba! Esa escuela parecía que me lo brindaba.
En la escuela, lo primero que vi fueron muchas aulas. En
cada una de ellas era un oficio.
Detallo para poder entenderlo:
Taller de muñecas; empezando por
los moldes, estos eran por piezas. Cabeza, cuerpo, pies y brazos. Empezábamos
por la cabeza de la muñeca. Hacíamos el engrudo y con papel de estraza lo impregnábamos
en aquel engrudo. Se iba poniendo a trocitos pequeños en el molde. Una vez
relleno el molde y seco, se sacaban y se unían las piezas delantera y trasera
de la cabeza por las orejas
con tiras del mismo papel. Se dejaba secar y se
lijaba con una escofina. Igualmente se hacía con el cuerpo, los brazos y
piernas.
En esa cocina, los
pintores llegaban especialmente a pintar al Duco todas las muñecas. Les daban leche por ser tóxico.
Una vez que se secaba la pintura; Se ponían alambres para las articulaciones.
Cuando estaban a falta de los las ojos, los colocábamos nosotras. Estos eran de
cristal con movimiento muy bonitos y articulados.
¡Menos pintar al duco lo hacíamos
todo!
En la cocina de esa escuela, era donde metíamos al horno las
pelucas de las muñecas mojadas y peinadas por nosotras para que se secaran. A
las muñecas se las peinaban con pelo natural. Era muy interesante. Se hacía todo;
desde alisar el pelo con el aparato con púas de alambre tamaño de un cepillo
normal, puesto sobre la mesa de trabajo para desenredar el pelo y hacer finas
hebras. Se hacía un manojo de pelo natural. Después en otra mesa teníamos una
tabla horizontal de medio metro más o menos. Tenía en los extremos un tubo a
cada lado en vertical sujeto a la tabla de unos 40 cm. Los tres cordones
horizontales metidos en los tubos separados uno de otro, metiendo el pelo
haciendo una M. Hacíamos las tiras de 30 cm. Después se tejía alrededor de la
malla,
que ya tenía forma de cabeza y una vez cosida la pegábamos a la cabeza de la muñeca. Las peinábamos... Ahí descubrí mi afición
de peluquera y me sirvió para mi profesión. La directora en una ocasión me dijo que estuviera en el aula de las muñecas más tiempo si yo quería. Se me daba muy bien peinarlas y me gustaba muchísimo. Las pelucas, los zapatos de piel hechos por nosotras.
En cada aula se hacía un trabajo distinto. En esa aula estábamos dos horas o más.
que ya tenía forma de cabeza y una vez cosida la pegábamos a la cabeza de la muñeca. Las peinábamos... Ahí descubrí mi afición
de peluquera y me sirvió para mi profesión. La directora en una ocasión me dijo que estuviera en el aula de las muñecas más tiempo si yo quería. Se me daba muy bien peinarlas y me gustaba muchísimo. Las pelucas, los zapatos de piel hechos por nosotras.
En cada aula se hacía un trabajo distinto. En esa aula estábamos dos horas o más.
Había también taller de modista. Los vestidos eran perfectos, como para mayores. ¡Nunca me gusto coser! Pero allí... ¡Era
divertido!. Lo cosíamos a máquina y a mano se hacía hasta la ropa interior de
las muñecas. De vez en cuando se estropeaban las máquinas de coser. ¡Éramos
muchas niñas aprendiendo!. Como era poca cosa, el mecánico me quiso instruir a
mí. Estábamos todas las niñas mirando como lo arreglaba y dijo; "¡tú misma!" Solamente se enredaba la canilla con los hilos.
Lo arreglaba y cuando volvía a pasar, si
no estaba en esa clase me llamaban para arreglar la máquina. No recuerdo que
marca era, si Singer o Alfa. Para mí eso no tenía importancia. Hoy día si me
importa. En otra aula había un telar
enorme de madera y carriles, con bobinas
devanadoras, los hilos de varios colores y blancos. También estábamos unas dos horas, alternando los días. El taller de repujado también era
interesante. También dábamos
dibujo. ¡Eso sí que me gustaba! Lo descubrí allí… La profesora Dª Gloria, decía
que valía para el dibujo.
Cuando terminó el curso me regalaron la muñeca con todos los
trajes. Me hizo mucha ilusión, resultaban tan lindas...
Se lo regale a una sobrina
de mi madre que se marchaba para Venezuela a emigrar. Se iban mis tres primas
casi de mi edad.
La pequeña es la que más pena me dio y se la di la misma semana
que me la regalaron.
Empezaron las clases de nuevo y vimos mucho jaleo de
cables con cámaras de cine.
El director buscaba una niña con expresión picara e
inteligente. Además tenía que ser una niña de la escuela, no quería nadie
profesional. Se fijaron en una compañera
y vecina era muy expresiva y atractiva.
Las aulas estaban
llenas de aparatos para hacer la película. Nosotras seguíamos con nuestro
trabajo como si no estuvieran allí
¡de eso se trataba! Grabaron la vida del colegio a cada paso y se proyectó en el cine Rialto de Gran Vía
¡de eso se trataba! Grabaron la vida del colegio a cada paso y se proyectó en el cine Rialto de Gran Vía
Ese día vimos otra película de los chicos del colegio de la
Paloma.
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