Las coincidencias de la vida.
Hoy, cuando lo pienso, creo que a medida que se iban desarrollando una serie
de hechos daba la sensación de obedecer
a un plan
o simple coincidencia o ha sido “accidental”. Al cabo de los meses del año 1956 aquel primo
que vivía en Navarra llego a Madrid
y como tuvo la suerte de ingresar en el
Ejercito del Aire, le colocaron en las oficinas
y así pudo ir por las tardes al
lugar que él quería.
El deseaba trabajar con los escultores de mucho prestigio
y lo consiguió. Como el maestro Coullaut Valera, el maestro Barral,
el escultor Galey. En el taller de cantería de su padre en Navarra, hacían
entre otros trabajos de cementerio, escudos heráldicos, esculturas y obras en
general. También tenían alquilada una cantera que explotaban de piedra llamada
de Tafalla, que es muy apreciada en la zona. Tenían una máquina de serrar bloques
para tableros de piedra, para vender en toda la zona norte. Incluido para las
obras del Pilar de Zaragoza. Con el tiempo, el pariente de Navarra nos visitaba
cuando salía por las tardes de su trabajo
de escultura. Después se marchaba al
cuartel a dormir. Algunos domingos me
invitaba al cine o a bailar, porque ganaba algún dinero
con sus maestros. Tuvo
suerte con el puesto que le tocó en el ejército.
Mientras tanto yo seguía con mi trabajo y este nos permitía
seguir ahorrando para poder coger algún sitio cerca de la peluquería
en la que trabajábamos, porque de vez en cuando me tenía muy preocupada el asunto del derribo; ¿Qué
pasaría cuando lo derrumbaran? ¿Y si íbamos a otro lugar? Me preguntaba. ¿Cómo
empezar otra vez de nuevo? Y ¿Dónde
íbamos a ir? Teníamos siempre la misma
incertidumbre, ¡la del derribo del
edificio! En una ocasión, nos ocurrió
una cosa muy curiosa que no lo olvide; Una clienta que tenía que esperar mucho,
serían las tres de la tarde o más, no habíamos comido y había mucha gente. Salió del salón sin
decir nada y nos extrañó. Cuando volvió traía un pollo asado y nos obligó a
comerlo en la trastienda. Ya hace 55 años y lo recuerdo como si estuviera
viéndola. Me acuerdo hasta de su nombre; Isabel. Era una joven un poco mayor
que nosotras y consiguió lo que mi madre no podía: hacernos comer. Siempre
pasaba lo mismo a la hora de comer. Si había gente no comíamos hasta terminar
nuestro trabajo, que se alargaba… Lo más normal era hacer turnos, pero había
veces que no podíamos por haber mucha gente. Lo comimos mi hermana y yo. Mi
hermano ya se había marchado. Años después fue la mejor clienta de mi hermano,
ya que él trabajaba muy bien.
Cuando no
teníamos gente, que a veces ocurría, me gustaba hacer labores de ganchillo. O
leíamos las revistas de la semana ¡HOLA! Que la teníamos para el público. Recuerdo la época de la boda del Rey
Balduino y Dª Fabiola. Cuantas vueltas da la vida. ¡Ver el anuncio de la boda
de Dª Fabiola me hizo ilusión! Ella nos
daba catequesis para la primera comunión en nuestra capilla del Carmen de las
Ventas. Se casaba y nada menos que con el Rey de Bélgica. Eso me gustó mucho, porque
recordaba que después de mi primera comunión, muchas veces la veíamos pasar con
su amiga Pilar para seguir con su labor humanitaria. También se hablaba de
Soraya y del Sha de Persia y su segunda
esposa Faräh Diba. En esas revistas traían las modas y curiosidades para pasar
el tiempo. Lo que más me gustaba leer,
eran los libros sobre historias verdaderas. Leí de muy joven el libro del
matrimonio Pierre Curie y su esposa Marie Curie, descubridores de la
radioactividad. Lo guardaba con mucho
cariño y 37 años después volví a releerlo. Fue precisamente en el momento que
me diagnosticaron un cáncer de mama. El radio, se utilizó para salvarme la vida
en el año 1.993. Hoy que estamos en el año 2013 ya hace 20 años. También me gustaba
mucho leer las historias de los amores decisivos.
Así pasaba mi tiempo, soñando
y trabajando. Algunas clientas me preguntaban "¿No tienes novio?". Mi contestación siempre era la misma, "¡Hasta
cumplir los treinta años tendré tiempo!". A mis amigas las decía siempre que
salía la conversación; "¡Estoy enamorada del amor!". Lo decía en plan de broma o
para hacerme la graciosa, pero en el fondo era verdad. Soñaba que encontraría
alguna vez alguien que me gustase mucho. Ya en una ocasión estuve saliendo con
un joven dos meses, lo dejé porque él necesitaba salir a diario y yo no podía,
en ese tiempo lo primero era el trabajo.
Los domingos que salía con las amigas, nos gustaba ir a la
bolera del cine Benlliure. Tomábamos de merienda un "sanguis" (Sandwich) en la misma bolera
y con dos jugadas cada una nos íbamos a casa. No se podía ir a la bolera siempre
que queríamos por ser un poco caro para
nosotras, aunque nos gustaba mucho. Lo más normal para nosotras era el cine y en el buen tiempo, los paseos en la barca en
el Parque del Buen Retiro. También cogíamos el tren de cercanías para ir a
Aranjuez, o a La Granja de San Ildefonso, El Escorial, Toledo etc. Alguna vez
nos llevábamos una tartera con comida y cada una llevaba la suya, había mesas
para sentarse y tenemos fotos de esa época. Son recuerdos muy bonitos y agradables, lo pasábamos bien. La cámara
fotográfica siempre la hemos llevado cuando hacíamos excursiones para tener un
recuerdo.
Con el tiempo han
cambiado muchas cosas, no solamente en la forma de vestir, en
que se lleva mucho pantalón o ropa muy corta... son otras modas y costumbres. Las
piscinas en la que íbamos nosotras, eran muy graciosas; nos obligaban a poner
encima del bañador una faldita… lo raro era que solo estábamos mujeres. Con el
paso del tiempo ya no obligaban ponerse la faldita. En las iglesias era
obligado llevar medias, manga larga y el velo en la cabeza. Los cambios tan
notables solo han sido para las personas de mi edad. Los jóvenes de ahora lo
ven todo muy natural.
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