En Madrid,
había mucha costumbre de veranear.
Recuerdo los
veranos… La gente por lo general salía de veraneo y ese lujo no lo teníamos en
mi casa, aunque igual que nosotros, había mucha gente que no podía veranear.
¡Nosotros teníamos que seguir con nuestro trabajo a tope!. En mayo con
las comuniones de l@s niñ@s había más trabajo. También en Junio, Julio...
trabajábamos mucho. Se hacían muchas permanentes. En algunas ocasiones las
clientas nos invitaban a sus lugares de descanso, pero yo no podía dejar mi
trabajo. Mi hermana empezaba a querer salir y empezó a ir unos días de veraneo
con la familia Peláez. Ellos tenían una ferretería frente a nuestra peluquería.
Las dos hermanas venían a peinarse. Ellas nos invitaban a su finca de la sierra
de Cercedilla.
Con el
tiempo mi hermana se fue animando y en julio, se fue varios fines de semana a
la finca de una de las amigas que salíamos los domingos. Esta amiga era clienta
nuestra y todos los años se empeñaba en que fuéramos a su finca de la sierra
que estaba cerca de Madrid. También su madre era clienta y nos decía;
"¡Aunque sea solo de sábado a lunes!" ¡Hasta que lo consiguió!.
Yo fui una vez y
también iba mí hermana. La señora era muy amable y nos apreciaba mucho. No
teníamos coche, así que les dije que el lunes muy temprano debían de llevarme a Madrid.
El marido tenía una empresa de ruedas recauchutadas y solo iba a la
sierra de viernes a lunes, para abrir su negocio. Los hijos que eran tres, más
la señora estaban todo el verano en su finca.
Aquel lunes nos dejó en
nuestra casa, como siempre que mi hermana iba con ellos. Reconozco que es
bueno el descanso,
pero nosotras no podíamos salir de veraneo. Los motivos eran como
siempre; ¡teníamos que ahorrar para poder coger otro local
antes de que
derribaran nuestra zona!
Por fin me
animé a salir de veraneo. Fue en el mes de agosto. En Madrid casi siempre sale
más gente de veraneo en agosto, fue una casualidad. Tenía mi padre un hermano
en Navarra. Era uno de los dos ciclistas que corrían con la cruz roja. El
otro hermano murió por el atropello de un camión. Ya hablé de ese suceso en
otra ocasión al empezar mi historia. Este hermano es el que estuvo con otros
marmolistas colocando las escaleras de piedra que empezaba en la plaza de
toros, y terminaba en la parte de arriba llamada Avenida de los toreros.
También entre otras cosas, trabajó en las esculturas que coronan Correos, donde
está la Cibeles, como cantero tallista de una importante empresa de cantería
que había cerca de la estación ferroviaria de Delicias.
En la foto
se ve la parte de arriba, donde el equipo de tallistas y él hicieron el trabajo. Esta foto reproduce las tallas de que hablo.
La foto la hice el 9
de mayo de 2011, hace dos años, en la temporada de correos "Puertas Abiertas". La parte de arriba debió de ser terminada entre los años 20 y 30. Este
familiar se marchó a Navarra al terminar la guerra y el motivo fue que le
pilló la guerra en la zona de Ventas del Espíritu Santo, en la Zona
Republicana. Cuando le llevaron al frente, fue detenido entre otros como
prisionero de guerra. Le llevaron a un campo de trabajo, precisamente a Estella
de Navarra. Como él era un buen Cantero Tallista,
le colocaron para restaurar
el Monasterio de Irache. Al verle capacitado para dirigir a un grupo de
Canteros, le propusieron emplearlo en la Institución Príncipe de Viana como
encargado de restauraciones. Como faltaba saber si tenía delito político,
pidieron información a las autoridades, quienes emitieron un informe favorable
de exento de delito. Entonces el presidente de la citada Institución, el Conde de
Romanones, enterado de todo fue a visitarle y le propuso con el visto bueno
del Rector del Monasterio de Irache, ser encargado de los talleres de
restauración del Palacio de Olite y de la Catedral de Tudela.
Como mi tío dijo
que sí, le puso una condición: que acabara de restaurar lo que faltaba del
Monasterio de Irache y cuando terminase, fuera para hacerse cargo de su
puesto en el taller del Palacio de Olite y tenía que ir a vivir a Olite o a
Tafalla.
En aquel Monasterio, que era Seminario de Escolapios, se granjeó
buenas amistades entre los frailes y los vecinos de Estella. En vista de esta
oportunidad, mi tío llevo a Estella a su esposa y su hijo, comenzando así una
nueva vida familiar. Cuando llegaron a Tafalla, porque mi tío
prefirió vivir en esa ciudad en lugar de Olite, además de trabajar en la
Institución Principe de Viana, instalo un pequeño taller de cantería en
Tafalla que fue el origen del oficio de su hijo, quien con el paso de los años
llegó a ser mi novio y más tarde mi esposo. Solo conocía a mi tío
de oídas y por las cartas que escribía muy a menudo. Fui a esa tierra
porque una sobrina de él y prima mía, me animó, para que conociera a la familia
y también las fiestas de Tafalla. Ella lo pasó muy bien. Hable con mis
tíos y quede en ir con una sobrina de la esposa de mi tío. A la joven no la
conocía, la conocí a través de aquel viaje a Navarra.
A pesar de tener seis
años menos que yo nos hicimos muy amigas. Ella vivía en la calle de la Paloma y
a pesar de ser tan lejos su casa de la peluquería, venía a peinarse todas las
semanas. En esa ocasión dejé sola a mi hermana con las oficialas y pasé 25 días
muy buenos.
Conocí a mis primos. Eran dos hermanos; uno de ellos tenía 20 años,
nació el mismo mes y año que yo y el otro solo tenía 10 años. Conocía al mayor
por las cartas. Hablaba de la ilusión que le hacía ir a Madrid cuando
hiciera el servicio militar. Iba a hacer
el servicio voluntario. Quería
trabajar con otros escultores. Con su padre consiguió un estilo. Él
quería conocer otras formas de arte y pensaba que en Madrid lo iba a conseguir.
Cuando volví del viaje recordaba lo bien que lo pase en las fiestas y con
la familia.
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